martes, 2 de marzo de 2010

Es lo que pienso

 
 
   Sin duda la madrugada del sábado 27 de febrero cambiará a fuego la experiencia de vida de millones de personas en nuestro país. Una sociedad hiperactiva y mentalizada en su mayoría por el ascenso económico y la influencia mediática, fue atacada sin previo aviso por la naturaleza. Seres omnipotentes e individualistas se convierten en frágiles personas sometidas por las reglas de la “Pacha mama”. Allí salen a flote las características de una nación que se encuentra sucumbida por la desgracia y sin la real capacidad de controlar y resolver de manera versátil los diversos problemas que acarrea un acontecimiento como el vivido (parece que no es tan fácil como controlar los indicadores económicos ni los puntos de rating).
No me siento ajeno, ya que en muchas etapas de la vida uno se deja llevar por el denominador común de un pueblo, pero desde las 3:34 de la madrugada del sábado tanto lo malo como lo bueno de Chile (A quien considero en sus personas) salió a flote.
El hacer todo a media se me vino a la mente enseguida. Construcciones actuales cayeron a los suelos. Pasarelas, edificios, casas nuevas, puentes, entre muchas otras, se convirtieron, a simple vista,  en lo más llamativo.
La solidaridad o más bien el sentido familiar de los chilenos se vio reflejado en los millones de intercambios de información sobre personas desaparecidas que se registran en los diversos medios de comunicación.
Nuestro país ha debido pasar por distintas etapas difíciles, ante esto la capacidad de soportar la adversidad con el más variado ingenio (se me vienen a la mente las miles de personas que contemplan al cielo como techo y se organizan para que una experiencia no común sea lo menos complicada posible).
Aunque lo que más me incomoda, lo que más me avergüenza son esos detalles que nos opacan (no ante la mirada del resto, sino ante nuestros propios ojos). Ese temor en dejar actuar al otro sin llamar su atención. El ser “punga” aprovechándose del descuido del resto (no lo hago generalizando sino más bien demostrando lo que vemos día a día en nuestras calles, y lo que no nos dejan ver en las oficinas, no puedo personalizar pero si comentar algo que se mantiene en parte de nuestra sociedad con el paso de los años). El chileno que saca provecho del débil, dándose a conocer cuando el hecho ya está perpetuado y haciéndose pasar por víctima, respaldando su actuar en sentimientos que no siente y sólo con el objetivo de lograr conseguir algo ajeno. Ni hablar de la lacra que busca lucrar con la desgracia externa, como aquellos que venden a $2000 el kilo de pan o se atreven a vender el agua (a los empresarios que lo hacen los considero desde hace mucho), detestables.
Otra circunstancia que me ha llamado mucho la atención y que lamentablemente se ve impregnada en ingrata fracción de la población, es el rumor. Entiendo la incomunicación que acontece a causa del terremoto, pero siendo así, en vez de inventar situaciones y tomar la verdad en palabra propia, es mejor abrir los oídos y entender lo que realmente sucede. Que se va a acabar el agua, que la bencina, que tsunami en Valparaíso, que el mar se está recoguiendo 200 metros en Pichilemu, entre tantas otras ignorancias que se han planteado en las últimas horas. Sólo pueden acarrear más preocupación para miles de personas que éstas no les hacen falta. Y demuestran lo influenciable que podemos llegar a ser (mantengamos la tele mas apagada).
No quiero sonar soberbio. Solamente quiero expresar lo que pienso y lo que me ha llamado la atención pos tragedia. Ingratamente para todos nosotros, y sobre todo para las víctimas, nada volverá a ser como fue antes del sábado a las 3:34. Pero siempre me dijeron que de lo malo se aprende, y estando absolutamente claro de quien soy y de lo que no (ni moralmente correcto, ni quien pueda, deba o quiera escanear a la sociedad, soy sólo una persona), creo que el lamentable suceso nos puede ayudar a ser un mejor país y a ser personas más autenticas con el resto.
En cuanto a lo que quiero para el resto. Simplemente ayuda oportuna para los necesitados y aprendizaje para todos. Una vez más se demuestra que el gran problema de nuestro país es la educación (incluso por sobre la salud, la comunicación o la infraestructura). Esperando que quienes (ojala todos) la obtengan, logren ver al otro no como un contrincante sino como a un par. Y que desde este difícil momento en adelante (y no me vengan con el cuento de la Teletón ni del Chile solidario), en éste país una mano colabore con la otra y entre todos hagamos de este calvario algo pasajero.  Dejemos nuestras expectativas materialistas como algo secundario, ya que sabemos que en 2 minutos y medio se pueden hacer polvo, y logremos ser más que un país desarrollado, sino transformarnos en un Chile Unido.