miércoles, 29 de septiembre de 2010

Sólo luces


Nuestro país acaba de festejar su cumpleaños número doscientos. Luces, fuegos artificiales, discursos, entre muchas demostraciones de unión se llevaron a cabo en los últimos días. Pero, ¿estas alusiones de grandeza son realmente ciertas y demuestran la madurez de nuestro país?,  el conflicto Mapuche es una arista que infiere abismalmente la incapacidad de aceptación y marginación que tiene Chile (demostrado en la elite dominante).
Una lucha que comenzó hace quinientos años con la llegada de los españoles a América, y que perdura hasta el día de hoy, con un país independiente, pero dominado por la avaricia y ambición de quienes poseen el control económico.
La huelga de hambre de los 34 comuneros Mapuches se convierte en un capítulo más de una larga historia, de sometimiento y sufrimiento, al que se debe ver expuesto el pueblo milenario de nuestra tierra.
Una ley antiterrorista que expone a los indígenas a penas excesivas. Imposible luchar por un ideal sí existe un arma de la dictadura, firmada por asesinos,  que permite usar a la ley para amedrentar testimonios  y silenciar al que lucha.
Lamentablemente, la historia nos ha acostumbrado a que la pertenencia de la mapu (tierra en mapudungun) termine en manos del más fuerte. Todo territorio es propiedad de quien logró vencer en guerras y batallas. El poder, la destreza belicosa y la manipulación siempre logran imponer la injusticia. Sólo la unión y la confrontación (en última instancia, y siempre detestable forma) son capaces de redimir un pasado que fue prospero. 
En este instante, un puñado de valientes Mapuches intentan demostrar  sus realidades, aunque sea por una vez y en riesgo de sus vidas, a una situación que representa la opresión de un Estado que posee todas las herramientas para vencer en su codicia, menos la verdad ni la fuerza de un pueblo guerrero.  


jueves, 19 de agosto de 2010

Periodismo S.A.


Me siento como un pez en un acuario. Bueno, es difícil saber lo que el animalito sufre, pero al ver reducido su medio puedo compararlo a mi sentir en este momento. Además, como no soy un pez, incluso me siento ahogado.
Elegí para mi futuro el camino humanista. El camino de las letras, de la historia, de seguir a grandes pensadores, filósofos, ilustrados, locos, etc. Sin embargo, me acomodo en mi banco de la Universidad y se me bombardea de términos empresariales, ¿para qué? ¿por qué? ¿para quién?, pero no en el ámbito que se podría esperar para la formación de un estudiante de periodismo, sino más bien, se me entrega intensa información sobre la forma de aportar en un sistema del que soy parte, pero en el que no me interesa gastar mis capacidades (limitadas o no da lo mismo).
Me hace rebelde todo ésto. Sólo ejemplificar que mi profesor en este momento se desgasta intentando convencerme de lo que para ellos es un periodista moderno, mediante una clase de manipulación de personas, perdón, es de MARKETING (o ciencia falsa como la catalogó un buen amigo).
Que podemos esperar de un comunicador hoy en día. Que se puede proyectar de una sociedad adormecida por los medios de comunicación, si sus profesionales están dejando de lado el conocimiento de ideas fenomenales, a cambio de poder satisfacer objetivos empresariales. Que lograrán aportar, si es que más que entender el mundo, nos enseñan a realizar un buen manejo comunicacional para vender en lo que se ha convertido la información, un producto.
Poco será lo que me aportará en contenidos el ser estudiante de periodismo, aunque en actitud el ser universitario cambió mi vida para siempre.

lunes, 2 de agosto de 2010

Romper cadenas



   ¿Cuándo será el momento? ¿Quedará mucho o poco? ¿Será pacífico o violento? , lo único que sé, es que es que cada día se hace más latente la necesidad de buscar la igualdad. 
Nos han construido un mundo en el cual debemos entregar el mayor sacrificio posible con tal de obtener una buena calidad de vida (como si esto no fuera merecido por todos).  
Nos han hecho idealizar al yo como lo primordial de nuestra permanencia en este lugar, y que dejemos de lado algo que fue tan primordial durante siglos, el convivir. Franklin Roosevelt, ex presidente de los Estados Unidos, dijo alguna vez, “Creo en el individualismo. Pero solo hasta cuando el individualista empieza a medrar a expensas de la sociedad”. La revista Forbes publica cada año la lista de los más ricos del orbe, y la información se hace de notable importancia, mientras la pobreza en África aumenta día a día y nadie se hace cargo de ella.  
Nos han hecho dejar de valorar lo imprescindible, a cambio de lo inerte. Puede sonar disonante para algunas personas.  Aunque espero que haya sido interpretado de forma sencilla por otras, en este caso y no por este caso, encuentro de una notable valoración las palabras de un gran hombre, que pese a que es catalogado dentro de un sistema económico, fue un verdadero ejemplo, Ernesto “Che” Guevara,  “No se trata de cuantos kilogramos de carne se come o de cuantas veces por año pueda ir alguien a pasearse por la playa, ni de cuantas bellezas que vienen del exterior puedan comprarse con los salarios actuales. Se trata, precisamente, de que el individuo se sienta más pleno, con más riqueza interior y con más responsabilidad”, creo dejarlo claro. 
Es que ese “nos han hecho creer” tiene dos causas a mí parecer, la maquina mediática creada por los capitalistas (alimentada cada momento por los medios de comunicación), y la ignorancia en la que ellos mismos han sumergido a la personas (una radica en la otra).   
El mundo se dice guiado por una democracia regida por los pueblos. Pero esa democracia, desde hace un par de décadas, está dominada por el poder de quienes buscan hacerse con las riquezas de este planeta, dominada por quienes buscan saciar su ambición a costa de quienes nos vemos obligados a participar en su inteligente sistema económico.  
La solución es entender los contextos, y sobre todo, entender la naturaleza humana y rebelarse de manera racional. Utilizar las herramientas que sólo la educación otorga. “En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle”, pronunció en un instante Mahatma Gandhi, y créanle que no se equivoca.